“Las señoritas no hablan de esos temas”, “eso es un tema de hombres”, “no escuches temas de adultos”, “no veas esas imágenes, tápate los ojos”, son algunas de las frases que quizás escuchaste cuando eras niña o estabas pasando a tu etapa de adolescencia. Hablarle de sexo a una mujercita no estaba en los planes de tus padres. Era un tema tabú.

El 60% de las mujeres de mi generación a las que entrevisté, entre 27 y 38 años, nunca hablaron de sexo con sus padres. Las demás lo hicieron pero cuando eran ya adolescentes y de manera muy superficial.

¿Parece increíble verdad? Pero es cierto, a pesar de ello, hoy muchas son mamás, esposas o tienen pareja.  Su fuente de información y consejos, nunca estuvo dentro del hogar.

Estudios internacionales, incluso, demuestran que cuando les hablaron de sexo en un lugar público a mujeres mayores de 30 años, estas se avergonzaron.

Es como si nos hubiesen instalado un chip que se activa al escuchar esos fonemas e inmediatamente los relacionamos con “inmoralidad” o “promiscuidad”, son esos estereotipos que nuestras abuelas inculcaban para mantener la “discreción” y “delicadeza” de sus hijas. Como si tener el conocimiento las hacía menos mujeres. Lo cierto es que talvez hubieran evitado embarazos no deseados.

Lo cierto es que muchas cosas han cambiado. Hablar de sexo ya no es un tabú entre mujeres. Es pedagógico, desestresante, divertido y lo más importante: es normal.

Algunos temas tabúes

Algunos temas tabúes como el placer sexual, las fantasías sexuales, la virginidad, la menstruación, el uso de anticonceptivos, entre otros, son temas de conversaciones femeninas. ¡Hombres! no crean que las mujeres seguimos hablando de cocina y bordados.

Las relaciones de pareja además de los hijos y el trabajo son temas importantes en las reuniones de chicas. A veces hablar a tiempo puede ayudar también a prevenir alguna enfermedad. Tus amigas siempre te darán el contacto de la mejor ginecóloga cuando lo necesites.

Cuando las conversaciones son sinceras y sin prejuicios; es decir, cuando nos sentimos cómodas, tenemos la libertad para hablar de lo que nos gusta y expresar lo que nos disgusta.

Hay que recalcar, además, que cada mujer es diferente, cada una vive sus procesos, sus historias y sus preferencias.

Además, hay personalidades y caracteres diferentes, siempre hay en un grupo quien tiene más facilidad para hablar abiertamente de temas sexuales y hay quienes prefieren reservarse algunos comentarios. En cualquiera de los casos, eres tú quien decide sobre qué hablar y no la sociedad quien te impone qué decir y qué callar por miedo o por prejuicios.

¡Adiós prejuicios! que hablar de sexo no sea un tabú.