¿Te ha pasado que por alguna razón inexplicable sientes atracción por alguien que ni siquiera conoces? Y no hablo solo de una atracción física porque eso sí que nos pasa a menudo; hablo de química, de esa energía extraña que te produce felicidad y algo de nerviosismo al sentirlo cerca.

Puede pasar en cualquier lugar; en la universidad, en un aeropuerto, en una isla paradisiaca, caminando frente a tu casa, en una biblioteca o en una discoteca; en el lugar menos pensado, pero pasa.

Sucede que estás con tu grupo de amigos celebrando un cumpleaños o cualquier fecha interesante. Estás ahí con tu trago de whisky en la mano, riendo, conversando, bailando, moviendo tu cabello alborotado y tus caderas y de pronto sientes como si alguien te estuviera mirando, es como si alguien te llamara en silencio, como un imán que te busca entre la multitud. De pronto volteas y él te está mirando o disimula no hacerlo, pero sabes que es él. Desconoces su historia, su nombre, sus miedos o logros, pero su presencia te cautiva. Entonces, él toma la iniciativa y se acerca porque hubo ese “clic”.

Personalmente sí creo en este tipo de atracción a primera vista. Me gusta, lo prefiero. Luego viene, obviamente, el primer contacto verbal. Nunca me ha pasado que me he enamorado de un amigo o de alguien por quien al principio no sentía interés (me sigo refiriendo a la química).

A veces me han dicho: “¿Pero, por qué no te gusta? Si el chico es bueno y está muy interesado” o “es guapísimo ¿por qué no te fijas en él?”. Pues, la respuesta es fácil, no hubo atracción a primera vista. No sentí nada. Su conversación no fue buena, su energía no fue buena, su personalidad no me gustó o talvez fue su carácter. Simplemente no.

Creo que la primera impresión es la más importante, no hay que tratar de encajar o forzar donde no se puede. Algunas chicas intentan varias salidas y en el camino se dan cuenta que les gusta, no dudo que eso pueda pasar, pero en mi caso la atracción a primera vista es irremplazable.

A lo mejor es  tu match perfecto  o a lo mejor no.  Pero, sólo lo sabrás si después de esa atracción a primera vista surge una buena conversación. Inténtalo, que no te de miedo. Esa sensación de gravitar en las nubes puede durar días, semanas, meses, quizás años. Puede que resulte ser una historia maravillosa  =)

Quiero compartir con ustedes 2 historias de parejas que mantienen una relación feliz, cuyo amor surgió de una fuerte atracción a “primera vista”.

Lilibeth Sánchez, chilena.

Tenía 20 años y él 19, éramos vecinos. Yo era nueva en la villa y él vivía exactamente al frente de mi casa. Siempre lavaba su auto afuera, un día lo vi y me dije: “ese chico estará conmigo”. Hubo una atracción inmediata, sin ni siquiera conocer su voz. Un día me dije “qué invento para hablarle” entonces se me ocurrió decirle que se me echó a perder mi computadora, así que empezó mi plan de conquista. Por primera vez, era yo quien estaba tomando la iniciativa sin saber nada de él. Así lo hice, toqué su puerta, abrió su papá, llamó a Eduardo y le pedí ayuda. Tenía un estilo medio metalero, él muy amable me acompañó a mi casa y así comenzamos a hacernos amigos.

Eduardo quería una real amistad, yo me había resignado a la situación y preferí mantenerlo como amigo porque teníamos una conexión especial. Esto duró 3 meses hasta que llegaron las fiestas patrias chilenas. Un 18 de septiembre del 2004, él quiso romper con esa amistad y nos besamos en una fiesta. Ahí comenzó todo muy lento, inocente y con mucha complicidad.

A los 5 meses de pololeo, él empezó a seguir la carrera de Medicina en San Felipe, una ciudad a dos horas de distancia de Viña, yo ya cursaba mi segundo año de trabajo social y fue muy difícil separarnos. Yo le propuse seguir como amigos, ya que eran 7 años de estudios, pero él me pidió que lo intentarámos y que él estaría conmigo incondicionalmente cada fin de semana para que esto resultara. Así fue, él cumplió su palabra. Pasamos así 5 años.

Cuando él comenzaba su sexto año de carrera y yo había terminado la mía, me pidió que lo acompañara los dos años que le faltaban en San Felipe, entonces me consiguió una entrevista de trabajo. Sin pensarlo dos veces tomé mis maletas y me fui tras un proyecto juntos. Fuimos creciendo juntos a través de la convivencia. Luego, regresamos a vivir a Valparaíso, alquilábamos un departamento, cuando llevábamos 9 años me pidió matrimonio. Le dije que sí inmediatamente, era el hombre de mi vida. Hoy tenemos a nuestro hijo Julián, de 11 meses, lo buscamos después de viajar por muchos lugares y darnos cuenta que en cualquiera de ellos éramos felices.

Julio Astudillo, ecuatoriano

Me encantó desde la primera vez que vi a Diana. Quizás no puedo decir que tuve sentimientos de amor en ese momento, pero sí ganas de acercarme a conocerla y por qué no, darle un beso. Creo que es importante la atracción a primera vista, pero también creo que debe ser mutua, es la única forma de que sea verdaderamente algo “mágico”, de lo contrario sería un simple gusto de una persona hacia otra.

Nos conocimos desde que tenía 15 años, pero perdimos contacto. Tres años después, ella se cambió a vivir detrás de mi casa. Cuando la vi me atreví a acercarme y le pregunté si me recordaba, entonces empecé a hacerme su amigo. Comenzamos una amistad porque en ese momento ella tenía un novio y yo no tenía esperanzas para algo más. Pero, pasó un año y me enteré que había terminado con él, entonces la busqué por Hi5 (antigua red social) y le escribí. Aceptó mi invitación a comer como amigos, luego se dieron más salidas, comenzaron los detalles, los cumpleaños, etc.

Luego de 3 meses de conocernos, me le declaré y ella aceptó ser mi novia. En ese momento yo le juré que sería la mamá de mis hijos y pues ahora llevamos dos hermosas niñas, una de 10 años y otra de 4. Desde esa fecha ya tenemos 12 años juntos, 6 años de casados y seguimos sumando =).

Para que una atracción perdure y se convierta en una relación sólida considero que debe existir sinceridad desde la primera salida. La honestidad debe primar en una relación, de esa forma ninguna de las dos partes se llevará una desilusión. Aunque existan problemas por factores externos, sabrán cómo resolverlos porque existiría total transparencia y comunicación entre ambos.