Cuando llegaron mis 30 me pude dar cuenta que yo soy la arquitecta de mi propio destino, que de mí depende mi  futuro y que aquello que yo forje en el presente tiene mucha relación con lo que estaré haciendo dentro de 5 años. Es ahí cuando me percaté de la importancia que tenían mis decisiones del día a día con mi futuro.

Antes, no le prestaba importancia y siempre cuando tenía que decidir algo, hacía lo que creía conveniente, lo que me parecía que estaba bien por el momento. Pero, todas esas decisiones eran sin propósito. Me veía haciendo lo mismo que hice hace 5 años, como si los planes de superación habían terminado cuando culminé mi carrera universitaria; es decir, estaba teniendo una vida sin propósito, una vida conformista.

Por no luchar por mis sueños e ideales y por no saber sobrellevar los obstáculos de mi vida personal, me dediqué 5 años a servir, a trabajar para cumplir metas de otras personas, presupuestos de ventas para enriquecer y beneficiar a otras personas, mi mente se ocupaba casi al 100% en sobrellevar situaciones de la empresa en donde laboro, supuestamente para poder cumplir como profesional, por el miedo a lanzarme sola, por la falta de autoconfianza y seguridad.

Por el miedo al fracaso estaba precisamente fracasando como persona. Mis sueños los había guardado en una cajita, en donde escondidos se los veían inalcanzables. Un día desperté y me dije a mí misma esto no puede seguir así, yo no puedo más con esto, yo tengo que cambiar porque esta situación me está asfixiando y me puse a pensar casi toda una mañana. Me regalé ese tiempo que todas las personas necesitamos, para meditar, para redescubrirnos  y empezar a sacar esas fuerzas que estaban ahí pero ya casi sin batería.

Redescubrirse a una misma

Me percaté cuántas horas me dedicaba en realizar un proyecto de promociones, de planificación para la empresa y me di cuenta que con mi vida, que es lo más importante que tengo, no había seguido ninguno de los parámetros que uno realiza para poner en marcha una planificación.

Me di cuenta que como administradora de la empresa donde laboro me proponía metas, objetivos, tácticas, tips, políticas organizacionales y; sin embargo, en mi vida, en mi caminar, no me había sujeto a ninguna de esas teorías, para que mi vida, mis sueños, tengan éxito.  

Entonces sujeté un cuaderno de prisa (a veces a la antigua es mejor), comencé a anotar ideas, escribir, borrar y volver a escribir, lo que pienso, lo que creo, mis principios, mis ideales y al mismo tiempo mis errores. Decidí realizarme un análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) de mí mismo, para redescubrir lo que no veo a simple vista, para sacar estrategias para mejorar mi vida. Y comencé a proyectar, tal como lo hacía con temas administrativos.

Plan de Cambio

Lo que ocurrió fue algo fabuloso pues de cada debilidad que tenía iba planteando soluciones, actividades para transformar ese defecto en una virtud. Enlisté propuestas, por eso es necesario animarse a darnos la mano, a permitirnos recibir ese empujoncito de nosotros mismos para transformar nuestra vida, con el único objetivo de ser ejemplo y de empezar a vivir como nos imaginamos.

Lo que recomiendo es analizar, proponerte metas para superar tus debilidades y aprovechar tus oportunidades para potencializar tus fortalezas. Elabora un plan mensual de todo aquello que te propongas y dale un visto a cada tarea cumplida, qué satisfacción enorme sentirás al darte cuenta que estás teniendo una vida con propósito, una vida con sentido.

Has de esta actividad un hábito anual, para que te des cuenta de tus avances, ya sean mensuales, semestrales o anuales y lo más importante es que notarás que ese cambio que diste tuvo un gran sentido, ya que te convertirás en el verdadero arquitecto de tu vida. Así que, adelante. Ánimo!