“Está bien bailar en la cocina, olvidarte del celular, levantarse tarde, ver tu serie favorita de Netflix todo el fin de semana y llorar sin saber por qué”

Dedicamos tanto tiempo a agendar el trabajo, las citas médicas o a estar presente en el último evento de la ciudad, en el nacimiento del hijo de tu amiga del colegio, en el after office, viajes de fin de semana, en el cumpleaños del jefe, apoyando a la comunidad y poniendo toda nuestra energía con los otros.

Así que, cuando llega el viernes, dan ganas de…

Respirar profundo, soltar los tacones y poner un alto a la agenda.

Yo pensaba que mientras más llena estaba mi agenda era mejor y estar ocupada era sinónimo de ser productiva o ser una chica que está al día en las últimas tendencias o lugares de moda.

Pero, ¿en realidad eso es así?, ¿a dónde me lleva todo eso?, ¿qué pasa si digo NO?

Estamos en una era, en la cual tienes que hacer muchas cosas y tus compromisos te ponen a “correr”.

Estamos en una era, en la cual la mujer desempeña varios roles, tiene que ser mamá, esposa, profesional, amiga, hija, hermana, emprendedora, y todo tiene que hacerlo bien.

¡Wow! ¿Cómo terminamos al final del día? , ¿Qué pasa si fallamos en alguno de estos roles?

Puedo confesar que los mejores momentos de mi vida han sido aquellos en los que no he estado apurada, sino cuando estaba realmente presente y comprometida con la gente que me rodeaba.

Estoy aprendiendo a romper ese ciclo a mi modo (cada quien tendrá su método, no a todo el mundo le funciona lo mismo)

  • Tener claras las tareas por hacer para cumplir mis metas.
  • Reducir interrupciones o imprevistos.
  • Antes de hacer una tarea, emprender un proyecto o ir a lugar; analizar si eso toma mi energía o me aleja de lo que quiero.
  • Calma. No tengo que estar corriendo todo el tiempo. El mundo no se va a detener porque decido parar.
  • Dedicar más tiempo para mí.
  • Dejar el fantasma de la culpa porque no pude lograr una meta propuesta, ir a un lugar o realizar alguna tarea.

Así que, la transición de estar ocupado no ha sido fácil, tampoco abogo por una vida desocupada, más bien una vida equilibrada y con propósito, eliminando aquellas interrupciones que nos quitan energía y nos agotan:

“como pasar más de lo necesario en redes sociales, viendo estados de whatsapp, siendo partícipe de chismes, etc”, eso nos aleja de lo que queremos.

A veces encuentro difícil decir NO a las cosas o a las personas por miedo a perder algo importante. Cuando hago eso, al final me siento decepcionada conmigo misma.

Estoy aprendiendo a decir que NO sin tener este miedo de perderme algo valioso.

Ahora tengo confianza de saber que mi NO es un SI mayor, es un sí más significativo para algo o alguien.

Y si te equivocas, no seas tan dura contigo misma. Tú puedes reconstruir tu historia.

Si no tienes errores ¿Cómo vas a aprender?. Date permiso de respirar, parar y pensar.

Recuerda, mañana empieza un nuevo día.