La verdad es que hablar de algún trastorno relacionado a la salud mental nos da miedo, nos espanta. Pero, son enfermedades silenciosas que se encuentran presentes en nuestra cotidianidad y muchas veces tenemos que reacomodarnos a situaciones nuevas con el fin de que nuestra vida no se estanque, o bien, por el deseo de luchar y salir adelante.

Cuando compré mis pasajes a Brasil, yo no tenía crisis de ansiedad. Dos meses después, y a causa de estrés laboral, tuve que asistir a un psiquiatra, quien me indicó un tratamiento con medicamentos y definió lo que me pasaba como: trastorno de ansiedad con crisis de angustia. En ese momento pensé en mi viaje, me decía: “ya compré los pasajes”, “pagué con todo incluido”, “es mi sueño viajar”, “perderé el dinero”, etc. Esto no hacía otra cosa más que aumentar mi ansiedad y por ende mi síntomas.

Para explicar brevemente, todas las personas tenemos organismos diferentes y también mecanismos de defensa diferentes, por lo que si bien es cierto los síntomas pueden ser comunes en muchas personas, es nuestra forma de abordar la crisis la que hará la diferencia. Yo en ese momento, previo al viaje, estaba con mucha presión, tomando decisiones importantes en relación a mi trabajo, ese trabajo por el que tanto luché y que en ese momento, me generaba un rechazo enorme, tanto así que me enfermé.

Mil pensamientos pesimistas se me venían a la mente que no podía controlar.

Pues entonces, sabiendo que se acercaba el viaje y queriendo ir, ¡en serio! Mi cabeza pensaba: “voy sola y si me pasa algo más”, “si los síntomas son más fuertes”, “si en el aeropuerto me quitan los medicamentos”, “si allá no logro adaptarme y me quiero volver y al no poder, esto aumenta la crisis de pánico”, estos y mil pensamientos pesimistas se me venían a la mente que no podía controlar.

Decidí consultar a mi psiquiatra qué recomendación me daba para viajar y me dijo: “no viajes, tu trastorno está muy activo, lo mejor es que descanses”. Fue lo peor, en serio. Necesitaba un voto de confianza hacia mí. Esperaba que alguien me dijera que todo iba a estar bien.

Dos semanas antes del viaje, aún no sabía si viajaba. Me propuse que si los efectos positivos de los medicamentos permanecían, lo intentaría; viajaría aunque fuese solo al aeropuerto. Me sirvió ir poniendo una especie de metas cortas. Por ejemplo, primero llegar al aeropuerto, luego al hotel, luego recorrer la piscina y así, fui de a poco.

El día del vuelo tenía miedo. Pero debo reconocer que mi deseo de superar lo que me pasaba era mayor, por lo que me subí al avión y cerré mis ojos. Aún recuerdo el terror en el avión. Aún recuerdo lo mal que me sentí llegando al hotel, lloraba, quería volver, intenté cambiar mi vuelo de regreso. Necesitaba contacto con gente conocida. Con trastorno de ansiedad fui directo a las patas de los caballos (expresión chilena para hablar de caos).

Aquí es donde admiro a la Gili (refiriéndome a mí misma). Ese día me tomé una pastilla y me dormí. No pensaba en nada más que volver. Al otro día, al despertar, me tomé otra pastilla para calmarme. Salí, observé e hice cosas conocidas para mí que usualmente las hacía en Chile, como andar en bicicleta. Me calmó mucho eso. Hice yoga en el hotel. Estuve en la piscina. Tomaba mate, que allá se llama tereré, y de a poco me fui sintiendo cómoda. Al tercer día en Brasil, seguía tomando sagradamente mis medicamentos, fui haciendo más y más cosas.

Cuando volví del viaje:

*Renuncié a mi trabajo.

*Disminuyeron considerablemente los síntomas.

*Me admiré nuevamente.

Cuando volví del viaje me dije: “si pude con esto, puedo con mucho más”.

Jamás me arrepiento de lo mal que lo pasé en esa época y jamás me arrepentí de haber realizado el viaje. Al contrario, fue un viaje hermoso, lleno de crecimiento, donde entendí que para dejar de tener miedo debes enfrentarlos, debes estar cara a cara con ellos, debes poner de tu parte pero con organización, con más control para que el proceso sea saludable. No debemos exigirnos, todos sabemos bien lo que podemos y no podemos hacer. Yo digo: Puedo. ¿Y tú?

Debes saber que esta es solo mi experiencia sobre viajar con crisis de ansiedad. Cada caso es diferente y siempre es importante que tomes en cuenta las consideraciones de tu médico particular. Pero, si decides viajar te puedo dar las siguientes 6 recomendaciones.

1. Lleva tus medicamentos

Si tomas medicamentos, llévalos contigo. Calcula bien la cantidad que necesitarás para que te alcancen durante todos los días que estarás de viaje. Sé ordenado, toma los medicamentos de acuerdo a lo recetado por tu doctor.

2. Organiza tu viaje

Investiga antes, busca diferentes alternativas de tour o define qué harás. Lo que más genera ansiedad es “no saber”.

3. Que el idioma no sea un problema

Investiga dónde tendrás señal wifi para que puedas usar el traductor en tu teléfono móvil en caso de que no comprendas el idioma. El uso de un diccionario de bolsillo (a la antigua) también es una opción. Lo importante es que la diferencia de idioma no te cause estrés.

4. Recorre tu hotel

Recorre tu hotel, hostal, cabaña o donde te estés quedando. Conoce a la gente de la recepción, acércate a ellos para ganar confianza.

5. Sal en tramos cortos

Una vez que te familiarices con el hotel donde estás, sal en tramos cortos a descubrir otros lugares. Ganarás confianza de a poco.

6. Busca sentirte tranquilo

Te aseguro que cuando te sientas cómodo podrás realmente disfrutar de tu viaje. Busca sentirte tranquilo, busca lugares y personas que propicien eso, ya sea con quienes estén en el lugar o con tus amigos y familiares a través de las redes sociales.