A veces creemos que pedir perdón es muestra de debilidad, humillación o pena. No tiene que darnos pena. ¿Por qué?

La arrogancia ha destruido millones de vidas en el mundo por el miedo a decir “lo siento”, “me equivoqué” o por miedo a sentirse humillado. El mundo se hubiese ahorrado muchas guerras si la valentía hubiese sido más importante que la prepotencia. Porque pedir perdón es de valientes.

Sí, de valientes, humanos y buenas personas. Y no hablo de ese perdón que sale de los labios a regañadientes, como cuando tu pareja te lo dice para calmar una discusión. No, no hablo de ese. Hablo del perdón honesto del que te nace del alma porque sabes que hiciste daño, del que te entristece cuando te cuestionas ¿Por qué no lo pedí antes? Porque sabes que pudiste haber evitado lágrimas, separaciones o malos entendidos, ya sea con tu expareja, con tus mejores amigos o entre padres e hijos.

Pedir perdón es, quizás, tan difícil como perdonar o perdonarte, aunque algunos piensen que es más sencillo. Perdonar te puede llevar mucho tiempo, pero al final sanas, te das cuentas que no te sirve de nada cargar con el peso del resentimiento y perdonas, aunque la otra persona nunca se entere; lo haces porque ahora eres feliz y no hay dolor.

En cambio, no pedir perdón a tiempo puede torturarte toda la vida. Cuando decides ser valiente en reconocer tu error y disculparte o remediarlo puede ser demasiado tarde.

Este 2018 está por terminar, te has planteado ¿Qué has hecho mal este año? ¿Te animas a pedir perdón, a perdonar y a perdonarte?

Quiero pedir perdón a quienes ofendí, herí o no dediqué el tiempo suficiente. Perdón por la desconfianza, por no saber “dar” por el miedo a sentirme defraudada, por no saber “ver” con los ojos de los demás sino con los míos de incredulidad.

Perdón por no demostrar mis sentimientos lo suficiente, a veces pensamos que abrir nuestro corazón nos hace débiles, cuando en realidad es el poder que mueve el mundo.  Perdón por no saber ver tu nobleza y sensibilidad. Perdón y Gracias. Gracias por la felicidad de los momentos y por haber hecho más bonita mi historia.

Si tuvieras que pedir perdón, ¿A quién se lo pedirías? La vida sigue y es una buena época para sonreír, dejar tu corazón en paz y llenarlo de vida.