Mi mañana empieza con un: “Mamá, mamá despierta’’ y eso si es que no me ha abrazado muy fuerte para que abra los ojos y me ha dicho ‘’te amo’’. Les confieso que me encanta que ella sea mi despertador, algo me dice que será responsable.
Agatha, tiene 3 años, es mi única hija (aunque a decir verdad parece que tuviera gemelas) y desde que empezó la cuarentena, del virus “que está en el parque’’ como dice ella, cerraron su escuelita.
Aquí en el condado de Miami- Dade, las cosas no están muy bien, los contagiados por COVID-19 superan las 11.000 personas. Como en diferentes partes del mundo, nos mantenemos en casa, salimos solo para lo necesario y tomamos todas las precauciones.
Es increíble como mi hija trata de adaptarse a esta situación, cuando retorno del supermercado me dice: ‘’Mamá ahora no puedo abrazarte’’, ‘’mamá ya mismo te beso‘’, ‘’Mamá, ¿eso es para mí? ’’ viendo de lejos mientras limpio las compras, su cabecita va comprendiendo poco a poco su alrededor.
“Puedo compartir todo el tiempo con Agatha, me lo merecía hace mucho tiempo, pues estaba en deuda conmigo misma”
Siempre he trabajado y es verdad el tiempo que pasaba con mi hija era limitado, pues mi mamá siempre la cuida cuando no estoy.
Debo agradecer infinitamente a mi madre por cuidarla cuando me es imposible hacerlo, por ser una pieza fundamental en la vida de mi hija (te amamos).
En esta ocasión puedo compartir todo el tiempo con Agatha, me lo merecía hace mucho tiempo, pues estaba en deuda conmigo misma.
Aunque no puedo negar que tenemos nuestros días, a veces me enojo con ella y la paciencia se agota con facilidad, lo bueno es que siempre hay reconciliación.
Siento que diariamente estoy construyéndome y reconstruyéndome como madre, este aprendizaje continuo me está formando para iluminarla en su camino, aquí vamos descubriendo cosas juntas unas increíbles y otras dolorosas, nos conocemos cada día un poco más, tanto así que ya soy su fan #1.
Es impresionante el giro que dio a nuestras vidas esta pandemia, puedes escribir un libro con historias sobre tu familia, ahora tienes tiempo ‘’para todo’’, bueno para casi todo. Esto de ser ama de casa y mamá es un trabajo arduo y de admirar.
Mi hija ocupa casi un 90% de mi tiempo, el otro 10% digamos que está dormida (bromeo), tengo que comprenderla, está dentro de casa y necesita gastar sus energías.
Se disfraza, baila, canta, arma y desarma rompecabezas, se ríe, llora, juega y quiere comer todo el tiempo y jugar, descansa y quiere comer y jugar, bueno siempre quiere comer y jugar… Entonces, no puedo decirle que “no” a todo, debo negociar con ella y eso suele tornarse complicado, porque casi siempre me termina convenciendo.
“Siento que diariamente estoy construyéndome y reconstruyéndome como madre”
Actualmente, me convertí en su ‘’teacher’’como ella dice, pues esto del home school es fuerte, porque hay que llenarse de paciencia, creatividad y más paciencia.
Pero, aquí estamos pintando, manchándonos las manos, contando del 1 al 10, aprendiendo colores, canciones en inglés, español y hasta spanglish. Me pasa que a veces le pregunto en español y contesta en inglés.
Un día le enseño ballet, al otro algo de piano, baile, etc. Siempre algo distinto, pues debo tratar de prepararme lo mejor posible para que Agatha aprenda.
Definitivamente, para ser maestro debes tener vocación, un motivo más para creer lo valiosos que son quienes enseñan a nuestros hijos.
Está clarísimo que no naces sabiendo cómo ser una mamá perfecta y bueno, no pretendo ser una, soy más de aplicar mis métodos, leer, escuchar consejos y aventurarme día a día con optimismo, pues lo que me calma es que cada momento que pasa ella ríe más, sabe más y me sorprende, bueno a veces llora más.
No puede verme haciendo ejercicios, o cualquier cosa, porque ella también quiere formar parte, les diría que nos hemos convertido en un verdadero equipo de chicas.
Es más, ahora está a mi lado viéndome escribir, fingiendo leer, haciendo preguntas cada cierto tiempo, le falta poco para convertirse en ‘’investigadora o escritora’’.
Compartir más tiempo con mi hija me ha enseñado a ser más paciente, a conocer más sobre sus gustos y a hacer muchas más cosas juntas, que antes no podía porque pasaba todo el día afuera trabajando y cuando llegaba ya estaba dormida.
Ahora estoy segura que nadie es mejor que una madre para iluminar con enseñanzas, guiar la mente, el alma y el corazón de su hijo. ¡Nadie mejor que tú!