Conozco a muchos jóvenes entre los 25 y 30 años que tienen una vida más independiente, quizás con un trabajo estable o cursando una maestría. Están en esa etapa en la que generalmente uno se enfoca en buscar el éxito profesional y no hay quien nos detenga.
Nuestro cuerpo, lleno de energía y salud, está dispuesto a soportar largas horas sin comer, largas horas sin dormir y nuestro metabolismo es obediente a esa edad. A pesar de que comemos todo lo que se nos antoja muchas veces no nos repercute en nada ¡Que suerte para aquellas! Sabemos que estamos en plena juventud y hay que aprovecharla al máximo, pero resulta que ese ritmo de vida nos pasa factura después de los 30.
Algo que se vuelve un hábito es más complicado cambiarlo, pero nunca es imposible.
Es muy común que muchas mujeres eviten los vegetales y ciertas frutas, los cuales están cargados de antioxidantes, si pusiéramos más atención evitaríamos muchas enfermedades catastróficas que llegan cuando menos lo esperamos. Después de los 30, muchos minerales y aminoácidos ya no son segregados por nuestro cuerpo, si no hemos tenido el hábito de comer saludable no tendremos como compensar y ayudar a nuestro organismo en esta etapa.
Nuestro cuerpo fue diseñado a la perfección, siempre va a regenerarse mientras tenga el aporte que le corresponde. Para un niño, dormir 8 horas le permite crecer. Por su parte, para una persona adulta ir al gimnasio y descansar 8 horas le permite que sus músculos crezcan y también regenere células. El descanso tiene múltiples beneficios, por eso ¡cómo afecta al organismo aquellos turnos rotativos por trabajo! Al respecto, ¿qué estás haciendo para compensar tus horas de sueño?
No desayunar es un mal hábito y muy común, lo escuchamos a diario. Cuando nos levantamos nuestro cuerpo no debe esperar más de 40 minutos para desayunar, pues nuestro organismo necesita mucha energía a primera hora del día y eso se lo aportamos con un desayuno saludable con frutas, cereales y proteína. De este modo estarás lista para una mañana llena de vitalidad.
Prepárate para los 30, estás a tiempo.
Comer mucho antes de ir a dormir es otro mal hábito. Desde una buena cangrejada, una rica parrillada o nuestro típico arroz con menestra y carne asada (las ecuatorianas saben de qué estoy hablando) es común en la dieta nocturna. Que lo hagamos de vez en cuando no sería un pecado, pero hay que evitar hacerlo todos los días y a pocas horas de ir a dormir. Si te vas a dar ese gusto trata de que sea por lo menos 2 horas antes de acostarte.
Beber agua es tan saludable. Todos sabemos que son 8 vasos de agua, como mínimo, los que debemos tomar diariamente, ya que nuestras funciones internas y externas lo necesitan. Recuerda que la hidratación también se refleja en nuestra piel.
Después de haber visitado a una nutricionista entendí cómo funciona mi metabolismo. He podido bajar de peso, aunque después de los 35 es más complicado. Si aún eres un veinteañero, tu cuerpo estará más predispuesto. Prepárate para los 30, estás a tiempo. Lucir más joven en esa etapa es una gran ventaja 😉