Con la cabellera despeinada, entre despiertas y dormidas, nos dirigimos al baño y de repente nos detenemos frente a nuestro reflejo, nos quedamos algunos segundos ahí, suspendidas en el tiempo.

Este es el espacio de la mañana cuando decidimos el rumbo de nuestros días; es un momento, el cual lo llamaré: “Los dilemas frente al espejo”, entonces las conversaciones que cruzan por nuestras mentes son:

“Ahí está esa cana de nuevo”.

“¿Debería tener el cabello corto o largo?, hace tanto calor en esta ciudad que me gustaría el cabello corto, pero  a mi pareja ¿le gustará o no le gustará?.

“¡No puede ser, ya intenté con todos los remedios caseros y la piel de naranja (celulitis) sigue ahí en mis piernas, qué fea me veo!”

“Me gustaría tener la piel un poco más bronceada, está de moda”.  

“¿Por qué comí eso ayer?, no comeré nada el día de hoy”. 

Te miras al espejo y una vez más amaneciste incómoda contigo misma, pensando que si tuvieras el cuerpo perfecto, la vida sería mejor y serías aceptada. Porque eso es lo que dice todo el mundo.

¿Cuántas veces nos hemos llegado a ver en el espejo con dureza?

Podemos llegar a ser tan severas con nosotras mismas que eso nos puede llegar a frustrar.

Desde niñas estamos definidas por medidas perfectas, gastamos dinero, tiempo, emociones, noches sin dormir, esfuerzo y hasta nuestra salud con tal de encajar en los estereotipos físicos o de belleza impuestos.

Imagina si todo ese tiempo y esfuerzo lo invirtiéramos en nuestro crecimiento personal y en las cosas que nos apasionan ¿dónde estaríamos las mujeres ahora?

¡Descúbrete!

Cuida como te hablas a ti misma.

Disfruta mirarte al espejo y ver la persona en que te has convertido, perdónate, reconócete y háblate con amor.

Amigas, el cuerpo cambia a medida que crecemos, aceptémoslo como es, no vivamos atadas a las expectativas de un hombre, ni mucho menos de las redes sociales o revistas.

¡Porque ya somos completas!

Algunas tenemos estrías en alguna parte de nuestro cuerpo, es normal.

La sociedad las ve como algo feo, anti estético. Pero ellas son la muestra del cambio en nuestro cuerpo y nos recuerdan momentos importantes de nuestras vidas, como un embarazo o la pérdida de peso en la adolescencia.

No llevemos una vida de vergüenza por lo que somos, no nos culpemos por lo que debería ser.

Cada día estamos en proceso de aceptación y de amar esas pequeñas particularidades de nuestro ser que hacen de nosotras únicas y diferentes a las demás.

 

Veámonos “frente al espejo” y honremos nuestro cuerpo, cuidémoslo, abracémoslo, hablémosle.

Querido cuerpo:

Porque te quiero fuerte, “hago mi rutina de ejercicios”

Porque amo tu piel suave, “te cuido y te protejo del sol”

Porque quiero tener energía para vivir, “como saludable”

Porque me siento confortable con el color de tu piel, “sonrío frente a ti”

Gracias por llevarme en este viaje y levantarme cada mañana a pesar de que a veces no estoy de ánimos, gracias porque sin ti no podría lograr mis metas.

Que tus palabras y acciones sean de amor a tu cuerpo, date permiso para disfrutar y para sentirte cómoda en tu piel.

Es tiempo de querernos, de contagiar amor  y apoyarnos entre nosotras. Nos falta eso a la mayoría, porque nos han enseñado a ser siempre “más que otra” a lucir mejor, estando en una constante competencia, sin sentido.

Si a tu amiga le queda bien un  corte de cabello o un vestido, exprésalo. Te llevará solo unos segundos decirle algo bonito y generar una cadena de elogios sinceros.

Las mujeres fuertes, son las que se apoyan en vez de destruirse entre ellas.

Construyamos juntas una cultura de reconocimiento y de aceptación sobre lo que somos; y, creemos un nuevo concepto de belleza femenina. ¡Porque ya somos completas!