El mundo en el que vivimos está corriendo. ¡Si! ¿No sienten que los días pasan rápido y que el tiempo cada vez se nos hace corto? Llegas a casa luego del trabajo y apenas tienes tiempo de hacer tus actividades, porque estás tan cansada/o y lo único que quieres es recostarte un momento para recuperar energías.

Pienso que esta situación a todos y todas nos ha pasado, pero, ¿qué pasa cuando esta dinámica comienza a repetirse a diario? ¿Cuándo el cansancio y el desgano es mayor que la motivación por hacer tus actividades personales? ¿Qué pasa cuando en un momento te das cuenta que pasas más tiempo en el trabajo, haciendo horas adicionales para poder terminar esa labor que te han encomendado? O a veces, incluso, tu sentido de auto exigencia te obliga a desarrollar el trabajo más allá de tus límites.

Pues bien, esa pregunta debí hacerme yo cuando comencé a sentir que mi vida estaba girando en torno al trabajo. En un principio pensé: “No importa, trabajaré harto ahora que tengo energías, ganas, y que puedo hacer muchas cosas a la vez, ya luego descanso”, y así fue como comencé a caer en un círculo vicioso donde terminé por enfermarme.

En un principio pensé: “No importa, trabajaré harto ahora que tengo energías, ganas, y que puedo hacer muchas cosas a la vez, ya luego descanso”, y así fue como comencé a caer en un círculo vicioso donde terminé por enfermarme.

Durante un periodo de mi vida hubo señales que me indicaron que estaba cayendo en el denominado “estrés laboral”, sentía un malestar porque estaba dejando de lado mis actividades personales. Por ejemplo, ya no hacía deporte, tampoco salía con amistades, estaba tan cansada que prefería irme directo a casa a dormir, para poder “recuperar energías para estar bien al día siguiente para ir a trabajar”.  Tenía un sentimiento y sensación de frustración que con los días fue convirtiéndose en dolores al cuello, a la espalda, al brazo, dolor de cabeza.

Existe evidencia de que el exceso de trabajo produce enfermedad. El deterioro se aprecia de formas diferentes, de acuerdo a cada persona; sin embargo, es común que, en general, los principales signos correspondan a cansancio y agotamiento. Lo más grave es que identificamos en nuestro cuerpo estas señales, pero no le hacemos caso.

La pregunta es: ¿hasta qué punto deberíamos no tomarlos en cuenta? En mi caso, nunca les hice caso. Conclusión de ello: estrés laboral con reposo indefinido, licencia de psiquiatría y medicamentos.

¿Quién debe asumir la responsabilidad del cuidado de tu salud? Es una pregunta simple pero que al momento de encontrarnos en esta situación se vuelve difícil de responder.

Si te encuentras en un trabajo con constante sobrecarga, donde no puedes equilibrar tu vida laboral y familiar, y eso comienza a doler tanto física como emocionalmente, entonces es momento de irte.

Ok. En el mejor de los casos es momento de hablar con tus superiores, exponer tu caso y cuidarte. Esa es mi respuesta inmediata hoy. Si la situación se vuelve poco sostenible, y en definitiva no logras encontrar un equilibrio, ese trabajo es dañino para tu salud.

Las personas siempre decimos que no podemos irnos de los empleos; sin embargo, y a modo de ejemplo: “Si estás en una sala y esa sala está llena de humo, intentarás salir de ahí, porque las consecuencias para tu salud serán muy severas”. Sin buena salud, no puedes trabajar, de lo contrario tu rendimiento irá cada vez en deterioro. Esto según mi experiencia.

Señales de que podrías tener estrés laboral:

  1. Ya no tienes ánimo de ir a trabajar.
  2. Te agotas con facilidad. Fatiga.
  3. Dolores musculares. Tensión muscular.
  4. Retraimiento social.
  5. Desmotivación general.
  6. Eres menos productivo. Tu mente está en desconexión.
  7. Problemas para dormir.

A veces es difícil identificar el estrés laboral porque hay algunos  síntomas que no aparecen. Puede ser una enfermedad silenciosa, que desencadena otras enfermedades relacionadas con la salud mental. Por ello, es importante que una vez que logras identificar que tu problema está asociado a lo laboral, y se define como estrés, comiences a cambiar tus hábitos. Por ello, hay cosas que a mí me sirvieron y también pueden ser útiles para ti.

Recomendaciones

  • Dedica tiempo a un hobby. Si no lo tienes, descúbrelo. Nunca es tarde.
  • Observa tu respiración. Una respiración adecuada es aquella que es lenta, controlada.
  • Pasa tiempo al aire libre. Evita ir “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”, al menos una vez a la semana.
  • No satures tu agenda. Ve de a poco.
  • Escucha música, te mantendrás entretenido con las letras, ritmos, etc.
  • Recurre a psicoterapia si es necesario. Tal vez con una guía podrías avanzar mejor.
  • Hazte un masaje. Date amor.
  • Haz una pausa.

Tienes dos hogares: La tierra y tu cuerpo. Cuida de ambos.